Interactuamos con las personas de nuestro entorno y los objetos de nuestro alrededor, en gran medida, gracias a que somos capaces de reconocerlos cuando los vemos. Pero ¿qué pasaría si dejásemos de saber qué es cada cosa? La Agnosia visual nos impediría movernos por el mundo.
Desde que tengo uso de razón todos los veranos de mi vida he ido a Galicia a veranear. Aún recuerdo, con cierta nostalgia, los viajes en coche hasta nuestro destino. Tardábamos entre unas seis u ocho horas en llegar y el asiento trasero del coche se convertía en zona de juegos donde desplegaba todos mis bártulos (en su mayoría barbies. Tenía una con hoyuelos que era mi favorita del mundo mundial). Eran esos tiempos en los que no era obligatorio atar a los niños a la vida mediante el cinturón. Estábamos menos protegidos pero teníamos más libertad de movimiento.
Pero bueno, a lo que iba, que me lio.
Una media de ocho horas para un niño en un coche es mucho tiempo, así que en esos casos los progenitores (ay benditos progenitores, que haríamos sin ellos… posiblemente aburrirnos más) se ven forzados a recurrir a juegos de entretenimiento para que el viaje no se convierta en un infierno para el niño, aunque eso suponga que va a ser un infierno para ellos. Un clásico de los juegos de entretener a niños es el Veo Veo. Anda que no he jugado yo horas en el coche a eso ¡Qué recuerdos! Que levante la mano quien no haya jugado al Veo veo nunca.

Si nunca han jugado contigo al Veo Veo (pobrecito) y no sabes de qué va la cosa, te explico en un momento como se juega:
- Uno de los jugadores piensa en un objeto que haya visto y dice en voz alta: “Veo veo”
- El resto de los jugadores responde: “¿Qué ves?”
- El primer jugador le dice : “Una cosita”
- Y el otro, muy cantarín, le pregunta: “¿Qué cosita es?” (En este punto te empiezas a impacientar)
- Aquí ya empieza el juego de verdad, y el que ha pensado en el objeto dice: “Empieza por la letrita E”. Y ahora sí que si tienes que adivinar qué cosa es. Vas nombrando hasta que des con el objeto en cuestión y a por otra ronda (y así hasta el infinito).
El juego es divertido. Bueno venga va, a lo mejor es algo repetitivo a partir de la tercera ronda, pero sirve para lo que se creó: matar el tiempo. Pero imagina que de repente no puedes reconocer lo que ves a tu alrededor. La tarea de decir cuál es el objeto que empieza por la letra “E” se te hace imposible y lo que prometía ser un viaje de disfrute se convierte en un infierno de verdad.
Sé que me he puesto muy dramática, pero no tan lejos de la realidad hay personas que padecen un trastorno en el que les es imposible reconocer estímulos visuales. Estas personas padecen lo que se conoce como Agnosia visual. O lo que es lo mismo, son incapaces de reconocer estímulos visuales familiares para ellos (obviamente si no los conocen no es que no los puedan reconocer, simplemente es que no saben que son).
Pero antes de meternos de lleno con las agnosias visuales convendría repasar un par de conceptos que vimos en la entrada del Sistema visual, aunque si estáis perezosos Luri os refresca unos conceptos rápidamente:
Cuando los estímulos visuales, que entran por la retina, llegan hasta la corteza visual (pasando por el tálamo), se dividen en dos rutas separadas, pero que trabajan de forma coordinada y que nos dan información sobre qué es y dónde está ubicado lo que estamos viendo:
- Ruta dorsal o la ruta del dónde: Las neuronas de esta ruta nos dan información sobre el movimiento de los objetos y la ubicación espacial de éstos.
- Ruta ventral o la ruta del qué: Las neuronas de esta ruta se encargan de analizar la forma, el color, el contorno del objeto y los detalles de éste para hacer que seamos capaces de reconocerlo.
Obviamente estas rutas deben estar intactas y en perfecto estado para percibir un objeto, faltaría más. Pero ahí no acaba la cosa y es que podemos dividir el proceso de percibir un objeto en tres etapas:
- Primero se procesa la información sensorial. Es decir, primero nos fijamos en la forma del objeto, el color, la profundidad y el movimiento (si te fijas aquí está todo el trabajo que hace la ruta dorsal y la ruta ventral, es el primer paso en el proceso de reconocimiento).
- Después viene una etapa en la que clasificamos el estímulo visual en algo que ya hemos visto antes, es decir algo que nos es familiar o algo que es nuevo para nosotros. Aquí es donde entran en acción nuestras gnosias.
- En la tercera y última etapa (y en el caso de que en la fase anterior hayamos reconocido como familiar un objeto) le ponemos nombre y le adjudicamos una función.

Los agnósicos visuales tienen verdaderos problemas para decir que esto es una bombilla.
Al igual que vimos en el post de agnosias auditivas, las agnosias visuales se pueden clasificar en dos tipos: Por una parte tenemos la agnosia visual aperceptiva, donde no puedes percibir lo que ves. No eres capaz de diferenciar a un perro de un hipopótamo (y no es porque tu conocimiento sobre el mundo animal brille por su ausencia, más bien es que te parecen lo mismo). Sin embargo, sabes que un perro y un hipopótamo no son lo mismo, y si escuchas a uno ladrar y al otro… (¿Qué ruido hace un hipopótamo?) podrás reconocerlos (o al menos diferenciarlos).
Por otra parte está la agnosia visual asociativa donde sí sabes diferenciar entre un perro y un hipopótamo (ves que obviamente hay diferencias), pero no puedes decir que un perro es un perro y un hipopótamo es un hipopótamo. Cómo curiosidad sobre la agnosia visual asociativa, decir que puede solo afectar a ciertas categorías de objetos, así que puede que no seas capaz de reconocer ninguna verdura pero con los dulces no tengas ningún problema.

Diferentes tipos de agnosias visuales:
Hay varios tipos diferentes de agnosias visuales en función de cual sea la naturaleza del estímulo visual que no se puede reconocer.
- Agnosia visual para los objetos: Eres incapaz de identificar objetos por vía visual. Puedes llegar a decir que jamás has visto un objeto, sin embargo si te lo presentan por otra modalidad sensorial (como la olfativa, por ejemplo) lo reconoces.

-¿Qué es una tarta de chocolate?
El tamaño (el de los objetos, que te veo venir) no afecta a que se reconozcan mejor o peor los objetos, la dificultad seguirá ahí. Sin embargo, que el objeto aparezca en su contexto natural ayudará a ser reconocido. Por ejemplo, si te plantan un camello delante, igual no lo reconoces. Pero si te ponen el camello junto a una Haima en desierto y montado por Lawrence de Arabia, la cosa cambia.
- Agnosia visual para los colores o acromatognosia: No, que los hombres sólo puedan diferenciar entre los tres colores primarios no les convierte en acromatogsicos. Esto va mucho más allá. Cuando padeces este trastorno no puedes hacer algo tan simple como decir que el cielo es azul (o bien eres incapaz de reconocer colores o bien vives en Bilbao, donde últimamente si me apuras no tenemos ni cielo). El problema es tal que no puedes unir colores del mismo tono. Pero cuidado, no hay que confundirlo con la acromatopsia (donde las personas ven en tonos de grises), los agnosicos para los colores ven en color pero no los identifican o todos les parecen iguales.
- Alexia agnósica: Cuando el problema está en las palabras. Puedes reconocer las letras pero a pesar de que hace años que aprendiste a leer eres incapaz de reconocer una palabra cuando las letras están unidas.
- Agnosia para las caras o prosopagnosia: Un tipo muy curioso de agnosia visual es el conocido como prosopagnosia, donde la persona no puede reconocer caras familiares o, si el trastorno es muy grave, incluso la suya propia al verse en el espejo o en alguna foto. Los prosopagnosicos pueden identificar rasgos de la cara, como una nariz puntiaguda o unos ojos saltones y esto les sirve de ayuda, aunque no con poca dificultad, para intentar adivinar quién se encuentra tras esa cara.
- Agnosia simultánea o simultagnosia: Si tu trastorno es la sigmultagnosia tendrás verdadera dificultad a la hora de reconocer imágenes completas. ¿Qué quiere decir esto? Imagina que estas en un museo especializado en bodegones. Cuando vas a mirar el cuadro de forma global no te dice nada, no tiene significado para ti. Sin embargo, puedes fijarte en los detalles, puedes saber que hay flores, un limón, uvas, incluso que hay una cesta. Pero cuando intentas unirlo todo no percibes que las frutas estás puestas en la cesta todas juntas. Imagina ver una película en estas circunstancias.
Hay varios tipos de agnosias visuales más y lo peor es que son tan raros que casi no hay estudios clínicos sobre ellos. Hay personas que no pueden identificar el movimiento de los estímulos que se les presentan de manera visual (Agnosia para el movimiento) y otros no pueden reconocer lugares familiares, perdiéndose en su propia casa (agnosia topográfica). Y vosotros quejándoos porque no sabéis leer un mapa…
Podría seguir con la lista hasta el infinito y más allá, pero dicen las malas lenguas que mis posts son algo largos. Así que por hoy lo dejamos aquí. ¿Qué os ha parecido? ¿Queréis que os hable de algún tipo de Agnosia Visual (o auditiva, todo lo auditivo es siempre mejor) en concreto? ¿Tenéis dudas sobre por qué vuestra pareja no diferencia a la tía Clari de la tía Antonia? ¡Pues venga, a comentar, que me tenéis los comentarios abandonados!